martes, 19 de julio de 2011

Difícil Decisión Capítulo 8

Capítulo 8.- Mala noticia.
-¿Señor está usted bien?- me preguntó uno de los enfermeros.
-No se preocupe por mi, me importa más ella, ¿está grave?
-¿La verdad?- yo asentí y el continuó.- Está muy grave, el bebé es posible que no salga de esta…Pero haremos todo lo posible por salvar la vida de los dos.
Yo asentí sin ocultar lágrimas que comenzaron a descender por mi rostro. No solo por Bel, si no por aquel bebé que llevaba en su interior, que a pesar de que no fuera mío, había comenzado a considerar como mi hijo, a pesar de que ella no lo supiera aún.
Llegamos al hospital, y se llevaron rápidamente la camilla con Bel a un quirófano. Ayleen, que había tenido que ir en su coche, ya estaba allí.
-John, deberías de dejar que alguien te mirara el golpe, tienes mucha sangre.
-Me voy a quedar aquí hasta que la saquen del quirófano.
-John por favor, no seas cabezota. Sabes tan bien como yo que puede tardar en salir horas, eso te lo mirarán en un momento, además yo me quedo aquí si hay novedades.
Para su suerte, un médico pasó enfrente de nosotros y ella le dijo lo de mi golpe, así que el médico me obligó a ir con él.
Pasamos a una salita pequeña en la que me examinó la brecha de la cabeza y me hizo una serie de preguntas. Tras un reconocimiento, puntos en la brecha, y limpiarme la sangre salí de la sala para encontrarme con Ayleen.
-¿Qué te han hecho?- me preguntó cuando me vio llegar.
-Me han dado unos puntos, estoy bien. No creo que podamos decir lo mismo de Bel…- dije mientras una tímida lágrima descendía de mi mejilla.
-Tranquilo, se pondrá bien, va a salir de esta.
-Me han dicho que el bebé lo más probable es que…- pero no pude terminar la frase, un nudo se me hizo en la garganta.
-De verdad los quieres mucho…
-Yo... Se que si ella sale adelante lo va a pasar muy mal, pero no podré hacer nada, no quiere ni acercarse a mí.
-Ya sabes que tienes que darla tiempo.
-Pero si cada vez que está mejor va a venir él a arruinarlo todo… No quiero que se muera…- dije llorando, y esta vez ella me abrazó para intentar consolarme.
No se cuanto tiempo pasó desde que metieron a Bel en el quirófano, quizá horas, peor finalmente, detrás de aquella puerta en la que ella se encontraba, apareció un médico.
-¿Sois la familia de Belinda?
-Sí- afirmamos a pesar de saber que no era así. Pero ahora éramos lo único que ella tenía.
-¿Cómo está?- pregunté desesperado.
-Ella está estable. No podemos decir lo mismo del bebé. La bala atravesó la placenta, y ha muerto… Lo siento mucho.
-¿Podemos pasar a verla?
-Sí, está en habitación, pero está todavía sedada, tardará un rato en despertarse. Va a necesitar mucho apoyo para superar esto.
Seguimos al médico hasta la habitación de Bel, que estaba en la cama, dormida, con goteros por todas partes.